Unidos temía Bosch instaurara comunismo
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toma de posesión del doctor Rafael Molina Ureña y el intento de retornar al
profesor Juan Bosch al gobierno constitucional interrumpido el 25 de septiembre
de 1963, provocó funestas consecuencias, según el análisis del profesor
Lawrence Yates en los documentos de Leavenworth, ya que las acciones dividieron
irreparable e irremisiblemente la coalición anti-Reid Cabral pero al presidente
estadounidense se le vendió la idea de que existía el riesgo de convertir a
República Dominicana en una segunda Cuba, lo que restaría y dañaría la
credibilidad del Coloso del Norte en todo el hemisferio Occidental y en
Oriente, hacia donde se preparaba la invasión armada a Vietnam.
militares que se habían unido a la revuelta a favor del doctor Joaquín Balaguer
y que tenían las esperanzas puestas en una junta militar, encontraron
inaceptable el regreso del ex presidente Bosch, y antes de que Molina Ureña
fuera juramentado como presidente provisional el domingo en la tarde –estamos
hablando del domingo 25 de abril de 1965–, el general de los Santos Céspedes
se divorció de la causa rebelde e informó al agregado de
que
Dominicana, junto a las tropas élites del general Wessin y Wessin, pelearían
con el objeto de impedir que Bosch retornara al país y a
informó al Departamento de Estado que las tropas leales confirmaron que “el
retorno de Bosch significaría la entrega del país al comunismo”.
atardecer, los leales pusieran en marcha sus amenazas, cuando los P-51 de
Palacio Nacional, los dos campamentos y las posiciones de los rebeldes al Oeste
del puente Duarte.
Estado en una guerra civil, las negociaciones sobre la formación de la junta
militar, que nunca parecieron concretarse, se derrumbaron inmediatamente. Más
civiles de las clases media y baja en Santo Domingo se lanzaron a las calles en
apoyo del alzamiento; algunos rebeldes tomaron de rehenes a las familias de los
pilotos de
leales, y amenazaron en la televisión con transportarlos a los lugares que
estaban siendo atacados por las fuerzas gubernamentales”.
con apoyo de Estados Unidos
empleo de la fuerza, según la consideración de Yates en su informe, y la
reacción de los rebeldes empeoró la división entre ambos lados y eliminó, bajo
las circunstancias existentes, cualquier otra solución a la crisis que no fuera
la militar, y refiere que “los ataques de los leales al Palacio Nacional y a
otros blancos fueron iniciados con el conocimiento y el ‘mal dispuesto’ apoyo
de
de los Estados Unidos”.
estuvieron fundadas en la oposición del personal de
profesor Bosch, “debido a la participación extremista en el golpe y al anuncio
del apoyo comunista al regreso, considerado favorable a sus intereses a largo
plazo”, informó Connett de nuevo a Washington antes del ataque de los leales a
las posiciones rebeldes, por lo que dicho ataque fue considerado por
curso de acción que tenía alguna verdadera posibilidad de impedir el regreso de
Bosch y contener el creciente desorden y violencia de las turbas”.
mundo, Connett continúa su informe a Washington con las siguientes palabras:
“Reconocemos que tal curso de acción puede significar mayores derramamientos de
sangre, pero consideramos que debemos estar preparados para asumir este riesgo”,
o lo que significaba que poco importaba a los intereses norteamericanos en el
país que sangre dominicana corriera, con tal de llevar a efecto sus planes de
impedir el regreso de la constitucionalidad.
que, “mientras,
está haciendo todo lo posible por minimizar la violencia”, y concluyó,
“nuestros agregados le han recalcado a los tres jefes militares nuestra
profunda convicción de que se debe hacer todo lo posible por impedir la toma
del país por los comunistas y mantener el orden público”, y a medida que
República Dominicana se aproximaba a una guerra civil, los funcionarios de
ya habían definido por ellos y por Washington cuáles eran los lados del
conflicto y a cuál de ellos debería apoyar Estados Unidos.
Connett llegó a Washington el domingo en la tarde, ya se habían transmitido
suficientes mensajes entre
Embajada
administración sobre el hecho de que se podría tener entre manos una grave
crisis y hacer que se pusieran en marcha algunas medidas para seguir mejor los
sucesos en República Dominicana y manejar la reacción de Estados Unidos”, pero
surge el problema.
Domingo, las autoridades claves de
no tenían conocimiento ni control de la situación.
Unidos
en Camp David, en donde el sábado en la tarde fue notificado de los
acontecimientos por Thomas Mann, subsecretario de Estado para Asuntos
Económicos y ex director de las actividades norteamericanas en América Latina.
El reemplazo de Mann como subsecretario de Estado para Asuntos Latinoamericanos,
Jack Vaughn, estaba asistiendo a una conferencia en Ciudad de México; su
asistente, Robert Sayre, hijo, nada más tenía una semana de experiencia en su
nueva posición; lo mismo sucedía con William Bowler, el especialista de
Casa
había llegado a Washington –continúa el informe–, había escuchado sobre el
golpe de Estado contra Reid Cabral en el radio de su carro mientras se
encontraba en Georgia. Otros especialistas dominicanos estaban fuera del país
durante el fin de semana, y para complicar aún más las cosas, era inminente un
cambio de personal en dos posiciones importantes. El 28 de abril, el director
de
de Inteligencia (CIA), John McCone, se jubilaría y sería reemplazado por el
almirante William Raborn, un neófito en el mundo de la inteligencia, quien
conocía muy poco de las capacidades o el modus operandi de
CIA.
Moore reemplazaría al almirante H. Page Smith como comandante en jefe del
Comando del Atlántico”.
Johnson no salió de Camp David hasta el domingo en la noche; durante todo el
día se mantuvo en contacto telefónico con sus principales asesores en política
exterior sobre la situación en Santo Domingo y programó celebrar una reunión
con ellos a su regreso.
telefónicas, el presidente Johnson parecía estar extremadamente de buen humor
durante su viaje a Washington, la sensación de urgencia que se sentía en
en Santo Domingo todavía no se había infiltrado en las más altas esferas en
casa; sin embargo, ya se empezaba a sentir entre los latinoamericanistas en el
Departamento de Estado. Aún antes de que el presidente se hubiera despertado el
domingo en la mañana, funcionarios del Departamento de Estado al recibir el
mensaje de Connett de que la situación se estaba deteriorando rápidamente,
habían establecido una fuerza de tarea dominicana ‘ad hoc’ en el Centro de
Operaciones del ministerio”.
crisis en República Dominicana, la fuerza de tarea, compuesta por personal del
Departamento de Estado, el Ministerio de Defensa y
de mando abierto 24 horas, con la finalidad de reunir, procesar y divulgar
información, así como planear y tomar decisiones que no necesitaban ser
autorizadas por el presidente Lyndon B. Johnson; el puesto de mando estableció
enlace directo con Santo Domingo y la mayoría de los cables y llamadas
telefónicas desde y hacia
Embajada
operaba generalmente bajo la supervisión del subsecretario Thomas Mann.
político-militar en RD
esas se encontraban los funcionarios en Washington, los que consideraron
necesario ampliar la coordinación diplomático-militar, y los miembros del
puesto de la fuerza de tarea intercambiaron posiciones con oficiales y civiles
del Centro del Comando Militar Nacional, la instalación en el Pentágono que
proporcionaba canales de comunicación a todos los mandos y bases militares a
Casa
Washington.
militar, este centro funcionó de manera bastante parecida al Centro de
Operaciones del Departamento de Estado, pero difería en un aspecto muy
importante, mientras que el Departamento de Estado como materia de
procedimiento, mantenía enlace directo con las embajadas norteamericanas
alrededor del mundo, el procedimiento normal en el lado militar establecía que
en la mayoría de los casos, las órdenes emitidas por el ministro de Defensa o
la Junta de Jefes de Estado Mayor actuando en su lugar, pasaran a través del
Centro del Comando Militar Nacional a un comando unificado con
responsabilidades regionales y funcionales, antes de ser enviadas al comandante
de cualquier tropa de combate norteamericana dentro de un país específico”.
de Leavenworth que la existencia de un comando unificado como agencia
intermediaria entre el Pentágono y un comandante local “tenía sentido en
teoría, pero, tal como se vio en la crisis dominicana, en la práctica se
convirtió en fuente de confusión”.
fuerza de tarea del Departamento de Estado, también se dedicó, el domingo 25 de
abril, a organizar su propio puesto de mando –llamado
cerca la situación; los técnicos rápidamente instalaron máquinas de teletipo y
una batería de teléfonos capaces de recibir mensajes procedentes del jefe de
estación de
en Santo Domingo, copias del tráfico diplomático y militar, comentarios de la
radio y prensa extranjera, y una variedad de “información delicada y
confidencial”.
en el Departamento de Estado, en el Centro del Comando Militar Nacional y en
información por medio de los contactos de enlace, el teléfono y las copias de
información de cables y llamadas telefónicas, y para mantener informado al
presidente Johnson se habían establecido dos canales oficiales: “La información
podía transmitirse desde cada centro de crisis a
Casa
de Seguridad Nacional del primer mandatario estadounidense, McGeorge Bundy, o
los jefes de cada una de las tres organizaciones envueltas, es decir, los
ministros de Estado y de Defensa y el director de
informes orales personalmente al presidente”.
información de la crisis, organizado el domingo 25 de abril, dependía de la
utilidad que le diera el presidente Johnson y de la forma en que él eligiera
utilizarlo.
norteamericano, el sistema tenía que proporcionarle información precisa y
oportuna, y una lista de cursos de acción realistas. “Para esto se requería
contar con comunicaciones rápidas y seguras entre todas las partes envueltas en
cada nivel de la crisis dominicana, planeamiento y acopio de inteligencia
eficaces e ideas creativas”, y añade, “en algunos momentos el sistema funcionó
bien; en otros, no”.
vaciló en evadirlo, durante la crisis el primer mandatario norteamericano
dependió de sus asesores oficiales, “particularmente del secretario de Estado
Dean Rusk, el ministro de Defensa, Robert McNamara, Bundy, Mann, Vaughn y el
subsecretario de Estado George Ball, pero también confió en personas ajenas al
círculo oficial, por ejemplo, su amigo Abe Fortas y el ex embajador en
República Dominicana John Bartlow Martin, utilizándolos como asesores y
emisarios especiales. Tampoco vaciló en violar canales de mando oficiales,
tanto civiles como militares, si consideraba que daría buenos resultados”.
preocupado con la preparación militar norteamericana para el ataque en Vietnam,
“no podía ignorar los intereses norteamericanos en República Dominicana y en
sus alrededores, y la deteriorada situación de ese país”.
invasión
en el Caribe pesaba en la mente del presidente y de otros políticos, también
consideraban que la violencia en República Dominicana podía poner en peligro la
vida y la propiedad de norteamericanos, pero lo que más temía el presidente
Johnson y otros funcionarios norteamericanos era que los comunistas se tomaran
el país.
en Washington que Fidel Castro estaba adiestrando a izquierdistas dominicanos
en operaciones guerrilleras y de sabotaje, y, además, que el líder cubano
“tenía sus ojos puestos en República Dominicana”.
comunistas entrenados en Cuba, Rusia y China habían entrado en República
Dominicana durante el mes de abril, ayudó a fomentar más esa impresión.
los comunistas violaría la política de ‘ninguna segunda Cuba’, aumentaría la
atracción revolucionaria de Castro en el hemisferio, abriría a América Latina a
mayores penetraciones soviético-cubanas y disminuiría la credibilidad
norteamericana en todo el mundo como aliado leal y defensa contra la expansión
comunista”.
cuando le preguntó a sus asesores a comienzos de la crisis: “¿Qué podemos hacer
en Vietnam si no podemos limpiar
Yates refiere que el país había adquirido una importancia simbólica de
proporciones mundiales, debido al hecho de que la preparación para un ataque
norteamericano en Vietnam se había diseñado para convencer a amigos y
adversarios, especialmente en Europa, que Estados Unidos tenía la voluntad y la
determinación de cumplir con sus compromisos en todo el mundo.
inicio de una crisis en República Dominicana, una respuesta vacilante a esta
situación disminuiría la credibilidad norteamericana en Vietnam, dañando a su
vez la credibilidad norteamericana en Europa, el Lejano Oriente y en todas
partes, por lo que, establecidos estos nexos y los altos riesgos envueltos,
Johnson rápidamente dejó en claro que usaría su máxima prerrogativa
presidencial y ordenaría una respuesta norteamericana a la crisis dominicana.
Estado George Ball posteriormente al inicio de los problemas dominicanos,
“Johnson se interesó hasta el punto de que asumió la dirección de la política
diaria y se convirtió de hecho, en el oficial encargado de los asuntos
dominicanos.
Johnson. También reflejaba, a medida que tomaba un carácter cada vez más
militar, que la teoría actual de guerra limitada se consideraba a la guerra y
la paz como un todo en el que las capacidades militares sirven principalmente
como instrumentos políticos y diplomáticos que se pueden orquestar, no tanto
para alcanzar la victoria militar sino para influir en las intenciones de los
combatientes y convencerlos de la conveniencia de aceptar soluciones
políticas”.
norteamericano de interferir políticamente en las operaciones militares fue
“contraproducente, innecesariamente restrictiva y una invitación al desastre”,
pues la idea de un presidente o un ministro de Defensa dando órdenes directas a
un comandante local “violó de arriba hacia abajo los principios básicos de una
acertada doctrina militar en la cadena de mando”, expresa Yates, para agregar
que también disminuyó la función del oficial uniformado en las deliberaciones
políticas.
que, tal como indica el autor de los documentos de Leavenworth, “durante la
crisis dominicana como en Vietnam, el presidente Johnson confió más a menudo en
McNamara que en los miembros de
Junta
asesores militares del mandatario en asuntos de asesoría militar” (sic).
conducto entre
y
Jefes de Estado Mayor, esto no pudo compensar la poca frecuencia con que los
jefes de Estado Mayor pudieron presentar su consejo profesional directamente al
presidente Johnson, “esta deficiencia se evidenció durante la primera semana de
la crisis, cuando el mandatario norteamericano no se reunió directamente con el
general Earle -Bus- Wheeler, jefe de
de abril, después que el primer contingente de tropas norteamericanas había
arribado a Santo Domingo”.
la división en la administración política de las operaciones todavía no había
hecho aparición el 25 de abril, segundo día de la revuelta armada, ya que
cuando Johnson dedicó su atención a Santo Domingo ni él ni ninguno de sus asesores
más cercanos pensaron que la intervención
militar norteamericana fuera una posibilidad, pero incluso antes de que
el presidente saliera de Camp David el domingo, ya se había dado el primer paso
hacia una participación militar norteamericana en la crisis dominicana.
naval se estaba dirigiendo hacia aguas dominicanas. “Era solamente una medida
de precaución, pero irónicamente, debido a la determinación del presidente
Johnson de hacerse cargo personalmente de la situación, se ordenó sin su
autorización directa”, es decir, que las órdenes del presidente también eran
violadas en el todopoderoso Consejo Militar de Estados Unidos.
día 25, el sistema de control de la crisis todavía permitía a las autoridades
de nivel intermedio iniciar acciones militares, pero los días subsiguientes se
perdió esta libertad de acción “y se esfumó toda esperanza de lograr un acuerdo
negociado a la crisis dominicana, ya que los sucesos en Santo Domingo obligaban
cada vez más a Estados Unidos a ordenar una intervención”, tema que
analizaremos en el próximo capítulo.