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Hacinamiento, es la palabra que mejor califica la situación del Juzgado de Paz de la Segunda Circunscripción de Santo Domingo Este. Desde el espacio físico que lo alberga, hasta la cantidad de personas que se aglomeran sin orden ni concierto, en el reducido espacio del local judicial en donde se ventilan no solamente los casos personales o puramente civiles y privados, sino que también funge como juzgado especial de Tránsito y para asuntos municipales.
Ubicado en la vivienda No. 106 de la avenida San Vicente de Paul en el sector Las Palmas de Alma Rosa, el lugar donde se imparte la justicia civil, vial y municipal, sin contar las pensiones alimentarias, cuenta con un reducido personal de dos secretarios, para el Juzgado de Paz propiamente dicho, lo mismo para el Ministerio Público, lo que dificulta las labores diarias en este tribunal que en lo que va de año ha decidido en torno a 300 medidas de coerción y emitido más de 500 sentencias, pese a que la computadora está dañada hace unos meses, y los expedientes se encuentran acumulados en un escritorio a la vista de todos y a expensas de cualquiera.
Este local no cuenta con parqueos ni siquiera para los magistrados, ni qué decir de los demás, el acceso es sumamente incómodo, especialmente para las víctimas de accidentes de tránsito, que deben subir unas escaleras laterales sumamente inclinadas, o por el frente por unas de hierro que tiemblan a cada pisada y amenazan con caer. Cuando termina la odisea de los accidentados para llegar a la segunda planta, un banco de cuatro asientos es lo que se encuentra para sentarse, y por lo regular el mayor porcentaje de casos que se conocen en este tribunal menor son casualmente de accidentes de tránsito, personas con muletas, vendadas, brazos entablillados, por solo mencionar algunas lesiones.
El espectáculo al cruzar la puerta de la segunda planta, no es menos penoso. Seis asientos desvencijados, que amenazan con desbaratarse en cualquier momento, constituyen el moblaje, junto a los dos escritorios, uno de ellos atiborrado de expedientes conocidos y por conocer, pues ya el archivo, destartalado y medio caído de un lado, no puede con más papeles, por lo que los casos reposan al alcance y vista de todo el mundo, lo que deja mucho qué decir de la seguridad de los involucrados en casos que se conocen en este sacrosanto lugar en donde se imparte la ¿justicia? dominicana.
Pero ahí no queda todo, la Sala de Audiencias de este tribunal se encuentra en lo que aparentemente era la habitación principal de la vivienda convertida hoy en el hogar de la justicia en la Segunda Circunscripción de Santo Domingo Este, y la división de plywood permite acceder a todo lo que se dice y habla durante las audiencias, que supuestamente deberían ser privadas, pero a las que accede todo el que le interese, lo que constituye un riesgo no solamente para los involucrados, sino para juez y ministerio público actuante.
Todo se vuelve un caos cuando comienzan las audiencias, ya que al estar juntos la Sala de Audiencias y el despacho del Ministerio Público, no se entiende nada de los debates, y mucho menos de las decisiones judiciales. Lo peor de todo es que a pesar de que los Códigos Civil y de Procedimiento Civil establecen que estas audiencias no son públicas, todo el que quiere puede acceder a ellas con el consiguiente peligro para las partes envueltas, ya que a diferencia del Derecho Penal, el Civil trata básicamente de demandas, no acusaciones, y la legislación establece que los conflictos los diriman los abogados, no los envueltos en ellos, pero como este es el país de las Maravillas y no el de Alicia precisamente, cualquier sorpresa puede suceder en este lugar.
A resumidas cuentas, el Juzgado de Paz de la Segunda Circunscripción de Santo Domingo Este no cuenta con las comodidades mínimas para la oportuna y eficaz impartición de justicia, ya que aquí se juntan mansos y cimarrones, y lo peor son las discusiones, peleas y hasta golpes que se escenifican en el sacrosanto hogar de la justicia civil en este municipio, debido a los encontronazos entre las partes envueltas en conflictos. Oh, justicia, justicia, ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!, parafraseando la mártir de la Revolución Francesa Manon Roland, antes de ser conducida a la guillotina.
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